Probablemente lo creas imposible, cuando escuches que alguien de una generación anterior a la tuya te cuenta como hace unos años, alrededor de 10, la gente era capaz de salir a la calle sin celular. Y no solo eso, si no que se usaba la línea telefónica fija de las casas y las oficinas cuando querías hablar con alguien. Todo lo que nos ocurría, simplemente lo vivíamos, no lo twiteábamos, posteábamos, pineábamos y en fin, dejábamos que el mundo entero se enterara y comentara al respecto.
Si bien las redes sociales ha unido al mundo, han promovido empresas y conectado a personas de muchos países, también han llegado a ser demasiado maleables por aquellos que no quieren poner un límite en su uso. Y si te preguntas porque cuando por accidente sales de casa sin tu celular, te sientes abandonando un hijo, o que puedes olvidar una chaqueta o sombrilla en un clima frío y no habrá mayor lío, pero si dejas a esa extensión de tu cuerpo que es tu celular, ni lo piensas y puedes hasta bajarte del autobus para devolverte?
El asunto es que se podría estar demasiado apegado a las posibilidades, más que al aparato mismo. Hace algunos años no salíamos con tantas expectativas a las calles, o tal vez teníamos las normales. Pero ahora pensamos que si olvidamos el celular algo podría pasar: podríamos encontrarnos un accidente camino a clase o al trabajo, y debemos comentarlo y compartirlo para que otras personas eviten tomar esta misma calle. Es posible que me inviten a ese restaurante nuevo y debo tomar una foto, si es posible también una selfie y que todos se pongan felices porque estuve ahí, tal vez recomendar el lugar para que otros vayan.
Si estás en una reunión, puedes casi que contar cuantas veces has chequeado tu celular, respondido ese whatsapp, o dado like a una foto de facebook. Incluso es más preocupante que alguien te esté hablando o haya un tema en común de conversación, y de reojo estés mirando la pantalla del celular para ver si de pronto se ilumina por una notificación nueva. Fácilmente y sin darnos cuenta eso se convirtió en nuestra perdición, la adicción al celular.
No decimos que anules por completo el uso de tu teléfono, solo que hacer una comparación con el estilo de vida promedio de hace menos de 10 años, está demostrando que se puede vivir sin un celular en la mano y chequearlo más de 120 veces al día, según las estadísticas. Existen límites razonable para todo, y poner tu vida a depender de un dispositivo móvil trae riesgos que pueden parecer inofensivos pero pueden agravarse, como el rechazo mismo de quienes esperan compartir un rato contigo, que te aisles y coquetees demasiado con la soledad, desarrollas un comportamiento compulsivo por saber a todo momento donde esta tu celular y querer revisarlo siempre, y lo más importante, te estás perdiendo de vivir cada momento con personas que importan, dejas de disfrutar cada instante por pequeño que sea solo porque tienes que compartirlo con personas que ni siquiera están contigo.
Es fundamental entender que lo primordial es vivir la vida, no compartirla por redes sociales. Tu celular no es más que una herramienta muy importante para diferentes circunstancias, que facilita tu vida en muchos aspectos, pero no más. No es la forma de comunicación más inmediata que tienes, por lo menos no mas importante que tus palabras y tu propio cuerpo. Trata de darle a cada cosa, objeto y dispositivo en tu vida el uso que merece, no más del necesario. Y vive la vida que está afuera, la naturaleza, la risa de las personas, mirar a los ojos, contar algo personalmente, compartir lo que te hace feliz con quienes están a tu lado y no con quienes no conoces o importan en tu vida.